Cuando el arquitecto Mario Gabaldón llegó al Instituto Nacional de Parques, en el año 75, en Venezuela solo había ocho parques nacionales. Veinte años después, cuando salió de la institución, el país ya contaba con 43. Él atribuye a su esfuerzo al menos la mitad, pero hoy, al frente de la Fundación Jardín Botánico, no sabe si tendrá la misma suerte de protegerlo.
-¿Cuáles son los problemas que están enfrentando?
-La falta de recursos. Tenemos exactamente el mismo presupuesto desde 2005. Ese dinero se va solo en pago del personal, no hay recursos para mantenimiento de equipos, maquinarias ni para el jardín. La Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU) aprueba esos recursos, porque nuestro tutelaje lo tiene la Universidad, así que tenemos las mismas carencias.
-¿Cuáles son las consecuencias de eso?
-Nosotros estamos sobreviviendo. Tenemos instalaciones, como el auditorio y aulas seminariales, que hemos podido alquilar para tapar los huecos.
-Ustedes vendían abono...
-Eso se paralizó por el mismo problema. Las entradas por venta de plantas y publicaciones son muy exiguas. La crisis se refleja al caminar por el Jardín, aquí no se ha podido comprar ni una cortadora de grama, cuando tenemos casi 16 hectáreas de grama. Lo que estamos haciendo es cortarla con la podadora, pero las altas revoluciones lo que hacen es arrancarla. En muchos sitios ya lo que hay es mala hierba, lo que pasa es que se ve verde porque ha llovido.
-¿Ya han perdido especies?
-Muchas, pero aún no tenemos el inventario. Una es la Nolina, una especie del desierto de Sonora, en México, y que aquí, por el clima, se reprodujo con una altura de 15 metros, algo único en el mundo, pero se perdió. Igual que muchas palmas, que fueron el valuarte de este jardín.
-En esas condiciones, ¿cuánto tiempo más se mantendrá el Jardín?
-Estamos trabajando para que las empresas puedan hacer aportes a través de sus programas de responsabilidad social. Estarían contribuyendo con una colección que llegó a ser la más importante de América y que, junto al Kew Garden de Londres, son las únicas declaradas patrimonio cultural de la humanidad.
-¿Esos esfuerzos han rendido frutos ya?
-Parcialmente, porque la situación está dura en las empresas privadas también. Tenemos otra situación grave y es que el acta botánica, que es la publicación botánica más importante del país, lleva tres números atrasados. Fonacid (Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación) debería dar el dinero y no llega, se para. Lo que queremos hacer es crear un fondo editorial, con una revista de temas ambientales. Allí podríamos explicar las riquezas que guardamos. El Jardín no es como el parque del Este o Los Caobos, ellos tienen una función distinta. Nosotros somos parque, es verdad, pero aquí hay un mundo educativo y ambiental, con una capacidad de carga distinta también. La sobrecarga puede hacer mucho daño, ahí está parque del Este.
-Porque la gente no tiene otras opciones... ¿Qué opina sobre hacer de La Carlota un parque?
-Eso sería muy bueno, pero eso es un proyecto indefinido. Para que funcione como parque y sea beneficioso tendría que ser verde, sin edificios. Los vientos alisios del sureste se encuentran todo ese ambiente plano ahí y se distribuye homogéneamente.
-Pero la idea de los edificios está descartada...
-Es que hoy dicen una cosa y mañana otra. Hablan de un estadio, una universidad... Eso tiene que ser área verde para garantizarle a la ciudad un espacio de valor desde el punto de la recreación.
-El ministro dijo que el Jardín Botánico podría entrar en el circuito ecológico de parques...
-Se puede hacer siempre que se mantenga su concepto educativo. Esto es un laboratorio con especies de valor único.
-¿El Jardín cerrará sus puertas?
-No. Tú cierras y no pasa nada con el herbario o la biblioteca, ¿pero el Jardín? Estuvimos casi dos semanas cerrados por las protestas laborales en la Universidad y tuvimos que hacer de todo para mantener las especies. No es fácil, pero estamos en un reto, tenemos que buscar la manera de que esto se rescate.
Link: "En el Jardín Botánico no hay ni para comprar un cortagrama" - Caracas - EL UNIVERSAL
Fuente: Maye Albornoz, El Universal
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